Hola, ¿cómo estás? Me llamo Leya y me alegra conocerte. Quiero contarte un poco sobre mi historia de vida desde la menstruación, claro, tengo un útero y debido a eso menstruo…A lo largo de los años he vivido muchas experiencias y hoy quiero contarte algunas de ellas:
ETAPA INICIAL
- Menstrué a los 11 años, usar toalla sanitaria era feo, no podía correr como antes debido a lo incómodo.
- No corría ni jugaba cuando estaba menstruando porque sentía que la toalla se me iba a mover y la sangre se derramaría
Mi primera menstruación ocurrió en cuarto de primaria. El día que la sangre comenzó a salir de mi cuerpo, me asusté un poco y le avisé rápidamente a mi mamá. Me explicó, un poco nerviosa, que lo que estaba sucediendo era normal y que de ahora en adelante necesitaría utilizar una toalla, porque cada mes sangraría y era importante que no me manchara.
Creí que todo seguiría como siempre, así que ese mismo día me puse la toalla, mis pants de educación física y salí al patio de la escuela, lista para jugar.
Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que las cosas sí eran diferentes. Al intentar correr, sentí que la toalla se movía, no pude acomodarla porque estaba en un lugar público, y todos mis compañeros se darían cuenta. Me detuve en seco y dije que me sentía mal, aunque sólo estaba preocupada por mancharme. Fui al baño para asegurarme de que la sangre no se había escurrido por mis piernas, y al ver que todo estaba bien, volví a mi clase.
En lugar de correr, caminé, incómoda de cualquier forma.
En ningún momento pude olvidar que estaba sangrando. Las otras niñas y niños se movían por todas partes, felices. Me alejé de las actividades deportivas durante dos días más y me sentí triste. Esto siguió ocurriendo durante varios años. Era incapaz de participar en los juegos y ejercicios de educación física durante mi menstruación, porque siempre tenía miedo de las manchas, así que decía que me dolía el estómago o que tenía migraña. La menstruación no era nada divertida.
ETAPA INTERMEDIA
- Escondía mis toallas sanitarias, no quería que nadie supiera.
- La mayor parte de mi menstruación la descubrí sola, casi no hablaba de eso con nadie.
O sea, nadie te explica qué significa “sangrar cada mes” más allá de…¡sangrar!, fue difícil ir notando como…
De mis 12 a mis 16 años jamás comprendí de forma consciente todos los cambios emocionales, hormonales, biológicos y sociales que conllevaba el menstruar, se volvió una etapa en donde la adaptación se dio de manera independiente, sangrar era…
Mamá jamás me dijo nada más allá de lo básico: qué marca de toallas era mejor que la otra, que debía bañarme “para no oler mal”, que si te manchas lo cubres con el suéter o la mochila, qué pastilla tomar para los cólicos. No la culpo, en la escuela tampoco me dijeron nada más allá de enseñarme a nombrar las partes del cuerpo y hacer que todos los niños se rieran cada vez que la maestra decía <menstruación> y claro,
¿cómo chingados te apropias del proceso desde la desinformación y la vergüenza?
Llegué a la secundaria y poco a poco mi universo sangrante se fue ampliando más, pero no gracias a la educación institucional o familiar, sino a la colectiva. Fue de las primeras veces que toqué el tema con otros seres menstruantes y nos regalábamos toallas en momentos difíciles, casi como dealers profesionales, porque ojo, jamás dejó de ser algo que implícitamente debías de ocultar.
Fue una etapa solitaria, de autoconocimiento, de aprender de la experiencia pura, no había tutoriales en Youtube, ni acceso a libros especializados o series que me orientaran y me ayudarán a entender todo lo que estaba pasando en mi cuerpo.
Eso marcaría por muchos años mi relación con mi ciclo, mi distancia, mis peleas constantes con los cambios hormonales y el haber aceptado tantaaaas veces que me descalificaran diciéndome
“loca, dramática, exagerada, ¿estás en tus días?”
|Continúa en Narraciones Menstruantes Parte2|
En las letras, las maravillosas: Lucy, Corona, Mary, Ángeles
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En el arte, las fabulosas: Brenda, Aimé, Angie, Chai
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